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miércoles, 23 de diciembre de 2009 |
Nacho Martín, Enfoque digital 14/12/2009 La historia de la humanidad es, en cierta medida, algo fascinante. Empezando en África hará cosa de un millón de años y viviendo como cazador recolector hasta hace unos diez mil: La revolución del homo. "Descubriendo" la agricultura hará unos diez mil años y viviendo de la madera, agricultura y ganadería hasta hará unos 150 años: la revolución neolítica. Descubriendo el carbón y el petróleo luego y empezando la revolución industrial hará unos ciento cincuenta años: la revolución industrial. Y aquí estamos en medio de dicha revolución industrial intentando saltar a la siguiente revolución: la de las energías renovables, la economía sostenible y sin combustibles fósiles, etc. Todas estas revoluciones han tenido un tema en común: el incremento en la "productividad" o la energía conseguida por energía invertida. Empezando con el simio que invierte 500 calorías para conseguir unas frutas que le den 700 (por decir un número). Siguiendo por el homo que invierte 500 calorías en conseguir fuego, o en hacer flechas, que le dan mucho más que 700 de vuelta. Continuando con el uso de animales en agricultura, donde es el animal quien invierte para que el hombre coma, y terminando con la revolución industrial, donde casi no hay que invertir energía humana para conseguir carbón, petróleo y gas natural que suplen nuestra sociedad con todas sus llamadas "comodidades". Visto así, parece que el hombre estuviera determinado a vivir su historia de continuo éxito. Parece como si este humilde mono, gracias a su constancia, creatividad e inteligencia, estuviera destinado a una mejora perpetua. Pero esta tendencia, ampliamente extendida en el vocablo "progreso", "evolución", etc. no es una "ley", es sólo una creencia. Su única "prueba" es que ha sido cierta hasta ahora, pero dicha prueba es más bien pobre. Por una parte ha habido abundantes periodos en la historia de la humanidad en los que no ha sido cierta. ¿Podríamos hablar de "avance" durante el millón de años que nos costó llegar al neolítico? Si lo hubo, fue a una velocidad ciertamente nimia. ¿Hubo avance o hubo retroceso tras la caída del imperio romano y durante la Edad Media? Así pues, el avance propiamente dicho en que se fundamente nuestra creencia resulta ser de memoria historia más bien corta. Hablamos simplemente del avance producido durante estos últimos 150 años de revolución industrial. Así pues, la cuestión del ser humano destinado al "avance" queda bastante debilitada. Puede ser una hipótesis informada, pero poco más. Muy al contrario, este ensayo sostiene la hipótesis contraria: No hay nada en la historia del hombre ni en los cielos que nos haya predestinado a "avanzar" y alcanzar cualesquiera que sea el estado superior que creamos. No estamos destinados a nada. El hombre, su consciencia y su "inteligencia" son una expresión más de la complejidad de la vida y de la capacidad de organización de la materia. La inexplicabilidad de esta complejidad no puede ser disuelta con la introducción de una entidad superior que lo explique, dicha fórmula sólo trasladaría dicha complejidad e inexplicabilidad a otro ente. La existencia de otra inteligencia responsable de esta inteligencia no explica nada, pues, es como la teoría griega de que la tierra plana estaba sujetada por cuatro elefantes. Muy bonito pero... quien narices sujetaba los elefantes? Etiquetas: Biosfera Naturaleza |
Modificado el ( miércoles, 23 de diciembre de 2009 )
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domingo, 12 de julio de 2009 |
Carlos Fernández Liria, Público.es 22 Ene 2008 Si nuestros sistemas políticos fueran lo que dicen ser, en todos los parlamentos se estaría discutiendo ahora una gráfica elaborada por Mathis Wackernagel, investigador del Global Footprint Network (California). Pero no parece que el asunto haya llamado demasiado la atención. Y sin embargo, la gráfica resulta demoledora para las más firmes certezas de nuestra clase política y, por supuesto, para los criterios más evidentes de los votantes. Sobre todo, en un mundo político en el que izquierda y derecha se llenan la boca con los objetivos del “desarrollo sostenible”. La cosa es bien sencilla. El eje vertical representa el Índice de Desarrollo Humano (IDH), elaborado por Naciones Unidas para medir las condiciones de vida de los ciudadanos tomando como indicadores la esperanza de vida al nacer, el nivel educativo y el PIB per cápita. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) considera el IDH “alto” cuando es igual o superior a 0’8, estableciendo que, en caso contrario, los países no están “suficientemente desarrollados”. En el eje horizontal se mide la cantidad de planetas Tierra que sería preciso utilizar en el caso de que se generalizara a todo el mundo el nivel de consumo de un país dado. Wackernagel y su equipo hicieron los cálculos para 93 países entre 1975 y 2003. Los resultados son estremecedores y sorprendentes. Si, por ejemplo, se llegara a generalizar el estilo de vida de Burundi, nos sobraría aún más de la mitad del planeta. Pero Burundi está muy por debajo del nivel satisfactorio de desarrollo (0’3 de IDH). En cambio, Reino Unido, por ejemplo, tiene un excelente IDH. El problema es que, para conseguirlo, necesita consumir tantos recursos que, si su estilo de vida se generalizase, nos harían falta tres planetas Tierra. EEUU tiene también buena nota en desarrollo humano; pero su “huella ecológica” es tal que harían falta más de cinco planetas para generalizar su estilo de vida. Repasando el resto de los 93 países, se comprende que hay motivos para que el trabajo de Wackernagel se titule El mundo suspende en desarrollo sostenible. Como no hay más que un planeta Tierra, es obvio que sólo los países que se sitúen en el área coloreada de la gráfica (por encima de un 0’8 en IDH, sin sobrepasar el número 1 de planetas disponibles) tienen un desarrollo sostenible. Sólo los países comprendidos en esa área serían un modelo político a imitar, al menos para aquellos políticos que quieran conservar el mundo a medio plazo o que no estén dispuestos a defender su derecho (¿quizás racial, divino o histórico?) a vivir indefinidamente muy por encima del resto del mundo. Ahora bien, ocurre que el área en cuestión está prácticamente vacía. Hay un solo país en el mundo que –por ahora al menos– tiene un desarrollo aceptable y sostenible a la vez: Cuba. Etiquetas: Desarrollo sostenible Ecología Cuba |
Modificado el ( jueves, 24 de diciembre de 2009 )
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Honduras: El Primer Golpe de Estado Militar de la Administración Obama |
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miércoles, 08 de julio de 2009 |
Thierry Meyssan, Red Voltaire 3 de julio de 2009 Honduras suscitó la cólera de Washington al rebelarse contra la presencia militar estadounidense e incorporarse al ALBA. Militares formados en la Escuela de las Américas y dirigidos por consejeros estadounidenses derrocaron al presidente constitucional Manuel Zelaya y pusieron en el poder a quien había sido su rival de siempre en el seno del partido liberal, Roberto Micheletti. Thierry Meyssan hace un recuento de los objetivos de este enfrentamiento y señala la voluntad de la administración Obama de retomar el control de América Latina. Nadie pensó que la crisis surgida entre Honduras y Estados Unidos pudiera desembocar en un golpe de Estado militar. Parecía que Washington había renunciado a esa forma de acción, aunque la administración Bush había sobornado recientemente a un grupo de militares para que derrocaran al presidente constitucional de Venezuela (el 12 de abril de 2002) [1] y había utilizado a sus propias fuerzas especiales para secuestrar al presidente constitucional de Haití (el 29 de febrero de 2004) [2]. Pero los comunicadores de la Casa Blanca venían utilizando últimamente la amplia sonrisa del flamante Barack Obama para hacer creer a la opinión pública internacional que Estados Unidos había cambiado y que había renunciado a su ambición imperial. La importancia estratégica de los cinco Estados de la antigua República Federal de América Central (Costa Rica, Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua) reside en su situación geográfica como corredor de tránsito entre dos continentes y dos océanos. Si bien ninguno de ellos dispone de recursos naturales especialmente importantes, lo interesante es que todos ellos pueden servir de base para controlar la zona. Durante la revolución sandinista en Nicaragua, Washington utilizó Honduras como base de retaguardia de las bandas contrarrevolucionarias. Bajo la dirección de John Negroponte, la embajada de Estados Unidos en Tegucigalpa se convirtió en cuartel general de los «contras» nicaragüenses y de sus escuadrones de la muerte. Vista desde ese ángulo, la evolución antiimperialista de Honduras, luego del regreso de los sandinistas al poder en Nicaragua, representaba no tanto un problema en sí como un verdadero peligro de «contaminación». ¿En qué representaba la evolución de la situación hondureña un peligro tan grande como para que Washington decidiera recurrir nuevamente a los viejos métodos, corriendo así el peligro de malograr todos sus esfuerzos propagandísticos? Etiquetas: Imperialismo Plutocracia Honduras América Latina |
Modificado el ( miércoles, 08 de julio de 2009 )
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